Humedécete, anda.
Llueve alegre, corre.
Ya no te encojas más.
Al placer libre, sagaz...
Cual siervo entrégate.
Sofócate, no temas.
Llora de alegría.
Sé flexible ante él
Que esclavo libera
Y amo -sin miedo- falla
Gustoso ante ella.
Cantarina que ríes,
Dime tú ¿cómo cantas...?
¿...a la caricia suya?
Acompaña el ritmo.
Uno, dos y tres. Silencio.
Llamarada, luz blanca.
Luz cálida, amarilla.
Temblor: Acude pronto.
Libera, libérate.
Rindámonos sublimes.
Ahora que sonríes,
Guiñe entre las telas
Mientras suspiras breve.
Que el reloj suene, sucio.
Déjalo empolvarse.
Él nos espía quieto.
Obediente testigo.
Tic-toc, susurra. Tic-toc.
Intenta callarnos.
Ignóralo sin pensar.
Mejor oye el latir.
El compás esculpido
Entre las dos pieles.
Duras y siempre lisas.
Entrelazadas bailan
Entre esa música.
Gimiendo aquel dolor,
Que no lastima nada.
Sangrando lluvia clara.
Brisa indivisible
Que no limita nadie.
Llénanos de rocío.
Hoy llama inocente
Al clima que añora
Su voz, su piel callosa.
Lo profundo, su sombra.
La línea marcada.
Su corazón, el tuyo.
La lluvia huele a sal, a lágrimas y sonrisas; huele a verdad. Huele igual aquí y en China, huele igual en el corazón, pero huele distinto porque la lluvia que olemos tú y yo no es la misma, proviene de otro lugar. Mi lluvia huele a tierra mojada y a libros viejos, permíteme compartirla contigo.
lunes, 27 de junio de 2016
miércoles, 15 de junio de 2016
Epitafio.
Ojalá no rompan tu nombre las penas,
que baste con esas cenizas que dejas.
Tú que te vas sin apellido ajeno
soltando al olvido tristes sonetos.
No llores niña, abandona el duelo.
Esas lágrimas las llora el infierno,
ahora que despide atormentado
esa alma, ese cuerpo enjaulado.
Mujer caprichosa, vete a corriendo.
El tiempo que espera a los enfermos
no detiene el paso apresurado
de aquellos que se fueron, amando tanto.
que baste con esas cenizas que dejas.
Tú que te vas sin apellido ajeno
soltando al olvido tristes sonetos.
No llores niña, abandona el duelo.
Esas lágrimas las llora el infierno,
ahora que despide atormentado
esa alma, ese cuerpo enjaulado.
Mujer caprichosa, vete a corriendo.
El tiempo que espera a los enfermos
no detiene el paso apresurado
de aquellos que se fueron, amando tanto.
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